Santiago Nonualco
Es un municipio de El Salvador, perteneciente al departamento de La Paz, ubicado en la región paracentral del país, a 48 kilómetros de la ciudad de San Salvador, cerca de las riberas del río Jiboa.
El municipio posee una extensión territorial de 125.51 km² y una población de 39,887 habitantes según censo del 2007 ocupando el puesto número 35 en población.
El municipio comprede un casco urbano, además de 22 cantones rurales. Las principales actividades económicas de la población son el cultivo de caña de azúcar y granos básicos, la cría de ganado, así como, la fabricación artesanal de dulce de panela y azúcar de pilón.
Santiago Nonualco fue fundado en la época colonial como un pueblo de indios nonualcos, por esto conserva muchas de las tradiciones indígenas como "La Danza de Los Historiantes" y "La Danza del Tigre y el Venado", dos bailes típicos de la región. En 1833, en la población estalló una rebelión indígena conducida por el tayte Anastasio Aquino que fue sangrientamente sofocada por las tropas gubernamentales. El municipio, recibió el título de ciudad el 15 de junio de 1920.
Otro distintivo de la ciudad, es su cercanía con el Aeropuerto Internacional de El Salvador.
Durante los años de la guerra civil, mucha gente de otros municipios de las zonas oriente y paracentral del país, buscó refugio en esta ciudad.
Algo encomiable también es el hecho de que en el área urbana existen varias escuelas, incluido el Instituto Nacional "José Ingenieros".
Historia
En la ubérrima comarca comprendida entre los ríos Jiboa y Lempa, Volcán de San Vicente o Chinchontepec (dos tetas) y el Océano Pacífico o Mar del Sur, se estableció la belicosa tribu YAQUI o PIPIL de los NONUALCOS. Su fundación data desde la época precolombina y fue uno de los núcleos más importantes de la Civilización Nonualca.
El toponimio NONUALCO significa según algunos historiadores, NONUAL = MUDOS y CO = sufijo locativo. Pese a que algunos historiadores definen este vocablo, como “EL LUGAR DEL HABLA HERMOSO” todavía está en discusión su verdadera acepción.
En 1,506 el padre franciscano, Fray Alonso Ponce, al relatar su viaje por América, califica a Santiago Nonualco como UN GRAN PUEBLO, por el crecido número de habitantes. En 1,706 el Agrimensor Real don Manuel Martínez Rubio, realizó la mensura de las tierras ejidales.
En 1,770, la rica población de Santiago Nonualco, comprendía el pueblo de ese nombre, como cabecera y los anexos de San Juan y San Pedro Nonualco, Santa María Ostuma, recayendo en su comprensión parroquial, también las haciendas del Volcán, Las Palmas, El Carrizal, Las Animas, San Pedro. Santa María, San Juan y El Rosario.
Según apunta don Jorge Lardé y Larín en su obra “Historia de El Salvador, sus Pueblos, Villas y Ciudades”, en 1,786, perteneció al partido de Zacatecoluca, en la intendencia de San Salvador.
En 1,807, el Corregidor Intendente, don Antonio Gutiérrez Ulloa decía: “Auque Zacatecoluca es cabecera del Curato Principal, hay otro en el partido de Zacatecoluca con el título de NONUALCO.
Cambios de Jurisdicción
Desde el 12 de junio de 1,824 hasta el 9 de marzo de 1,836, perteneció al Departamento de San Vicente
De 1,836 a 1,838 al Distrito Federal
De 1,838 a 1,839 nuevamente al Departamento de San Vicente
De 1,839 a 1,842 al Departamento de La Paz
De 1,842 a 1,845 al Departamento de San Vicente
De 1,845 a 1,846, al Departamento de La Paz
De 1,847 a 1,852, al pueblo de Olocuilta; al Departamento de San Salvador y de esa fecha hasta la actualidad ha sido Municipio del Departamento de La Paz.
Nominaciones
Por Acuerdo Legislativo del 6 de marzo de 1,854, el pueblo de Santiago Nonualco, se segregó del Distrito de Olocuilta y se incorporó a Zacatecoluca al que anteriormente había pertenecido.
Según don Guillermo Dawson, Santiago Nonualco “obtuvo el título de VILLA en febrero de 1,870”.
Durante la Administración de Don Jorge Meléndez y por Decreto Legislativo (ver anexos), del 15 de junio de 1,920, se otorgó a la villa de Santiago Nonualco, el título de CIUDAD.
Otros Sucesos Históricos
A mediados de 1,832 se sublevaron los santiagueños, como una respuesta a los reclutamientos que con violencia efectuaban las fuerzas del gobierno.
En 1,833 acaudillados por el indio ANASTASIO MARTIR AQUINO, los pueblos de Santiago Nonualco y San Juan, alzaron una aterradora insurrección.
El 1 de febrero de 1,833, Aquino derrotó a las huestes del gobierno en las márgenes del río Güiscoyolapa, quienes venían al mando del Lic. Don Juan José Guzmán.
Según don Abraham Pineda Alvarado, en 1,840 el indígena Petronilo Castro encabezó una revolución; la que fue prontamente reprimida por el gobierno.
El 23 de noviembre de 1,846, Petronilo Castro acaudilló una nueva revuelta; la que se verificó simultáneamente en San Juan y Santiago Nonualco. En ese entonces teníase la noticia que los insurrectos tenían el apoyo del gobierno Guatemalteco, juzgose oportuno enviar al entonces Coronel Gerardo Barrios, quién incendió el pueblo y pasó por las armas a varios santiagueños.
En 1,848 ocurrió un nuevo levantamiento de los santiagueños y la población fue quemada por segunda vez.
En 1,849 estando de presidente el Dr. Doroteo Vasconcelos, irrumpió inesperadamente en el pueblo con un pelotón de cincuenta soldados, con órdenes de convertir en cenizas a toda esta indefensa población. Inmediatamente la soldadesca desenfrenada con toda clase de basuras y bagazos de caña, comenzaron su obra destructora, incendiando casa por casa, ni siquiera respetaron la Iglesia Parroquial. Este acontecimiento lo vivió el pueblo santiagueño sin obtener piedad de sus agresores. Los propietarios de haciendas y salinas aprovechándose de la desesperada situación de aquella desdichada gente, imponían injustas condiciones; a cada quién les pagaban un colón por cada semana de trabajo.
A cuarenta y ocho años de ese suceso (1,897), los santiagueños se levantaron en armas bajo el mando de jefes indios, llamados uno de ellos Albino García, otro Eulalio Fernández. Estos se pusieron de acuerdo con el Dr. Francisco Gómez, con unos Carranzas, Pineda y otros más, que dispuestos a morirse tomaron el cuartel de Zacatecoluca. Se supone que éstos operaban de acuerdo con el General Francisco Menéndez. Este y otros acontecimientos más llenaron de terror a la población, que no tuvo otra opción que escapar para no ser masacrados y perder sus pertenencias.
La población se mantuvo desierta por mucho tiempo. “Algunas que otras personas” llegaban a vender lo que podían y muchísimas abandonaron del todo su tierra nativa, bastando la seguridad y tranquilidad de sus vidas. Entre esas personas que así lo hicieron figura el Dr. Hermógenes Alvarado p. y la familia Andino, habiendo en ella un escritor notable. La familia Pineda Saldaña, progenitores de Tomás Pineda Saldaña, quién llegó a ser Obispo de San Salvador. Salió otra familia Saldaña, de la cual llegó a ser uno de ellos, Obispo de San Salvador. Salió otra familia Saldaña que llegó a ser Sacerdote Notable, por sus dotes de Presbítero y llegó a ser figura de relieve en la curia de Santa Tecla. La familia de Doña Dolores de Velásquez con sus hijos Neftalí, José y Manuel, siendo uno de ellos médico muy apreciado por su caballerosidad.
El Dr. Rodrigo y Nicolás Peña; este último se fue para Zacatecoluca y por su carácter humanitario, se captó la simpatía y aprecio de la población de Zacatecoluca; quien a su muerte, perpetuó su memoria dándole su nombre a uno de los parques de la ciudad. Otros emigraron, tal coma la familia Orellana, siendo descendientes de ésta el presbítero Roque Orellana, quien llegó a ser por su talento, Secretario de la Curia de San Salvador. El Dr. José Alvarenga, notable abogado que se captó el aprecio y estimación de cuantos lo conocieron, fue el que por disposición del entonces Presidente Gerardo Barrios, le hiciese su testamento. Otro distinguido ciudadano que tuvo que abandonar su ciudad natal, fue el Dr. Joaquín Jule Gálvez, quien se radicó en Zacatecoluca y fue Director del Hospital “Santa Teresa”. Otro que abandonó su querido pueblo, fue Don Gabino Mata, radicándose en Juayúa.
Pasaron esos amargos acontecimientos, dejando como consecuencia la división entre la familia santiagueña. Constantemente se registraban hechos de sangre entre indios y ladinos. El separatismo era tenebroso y este odio día a día acrecentaba más y más. La vida era insegura y desesperante. La población estaba dividida en dos bandos. El Barrio de arriba ocupado por los indios y el de abajo por los ladinos. Cualquier ladino o indio que se a travesara y llegara por el barrio contrario, se exponía a ser linchado y muerto. Ante tales sucesos que tomaban carácter grave, tres personas se dispusieron a enfrentar la situación. Fueron los hermanos Don Juan Contreras, Don Manuel Pineda y doña Ramona del mismo apellido. Estos trazaron un plan de unir a la familia y fraternizar con los que estaban en pugna. Se estableció una Escuela de indígenas, se repartían tierras alquiladas, cobrándoles muy poco o nada de censos. En otra forma fue entrando en confianza y comprensión y el odio contra los ladinos desapareció paulatinamente.
Enero de 2,001, a las 11:50 de la mañana, la tierra sucumbió ante un terremoto devastador que puso a prueba a todo El Salvador; dañando no solamente la condición humana de nuestro terruño, sino que también sus bienes y nuestro patrimonio cultural. El único baluarte que había sobrevivido por más de 200 años, se derrumbó.